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De bibliotecas que resisten o el poder de lo sencillo.

El poder del activismo intelectual. 

Lejos de mi intención manifiestos progres sobre la lucha de la gente sencilla contra los fuertes y tal. A mí algunos fuertes me caen de puta madre y otras gentes sencillas ("el pueblo vencerá" y así) pues me la traen al pairo. Quizás porque yo tampoco sea muy de fiar, no sé. O porque soy hijo único y salimos más descreídos en lo social y solidario que la hostia. Ya sabéis, mimados de pequeños, hijoputas de mayores. En fin, que en Inglaterra, y debido a los recortes presupuestarios, iban a cerrar la biblioteca pública de una pequeña localidad cercana a Londres, Stony Stratford.  Así que los usuarios han decidido hacer algo muy sencillo: pasarse por la biblioteca y retirar el máximo número de ejemplares permitidos por persona. Han vaciado las estanterías de la biblioteca, dieciséis mil libracos, para presionar a la autoridad competente/incompetente que les quiere cerrar el tema. Olé sus cojones.
El poder de algunos libros.
Aquí no haríamos eso ni a tiros, a no ser que los libros fueran las memorias de algún futbolista cocainómano -deja el deporte, hombre, que interfiere en la farlopa-  o de alguna payasa televisiva. Aunque creo que ni aún así leeríamos más. Ya sabemos que las mayores manifestaciones en la calle fueron las que reivindicaron que dos equipos de fútbol no descendieran de categoría por un tema legal hace algunos años. Decenas (o cientos) de miles de personas por las calles de Sevilla y Vigo, creo que eran las ciudades. Para eso sí nos movilizamos. Pues me alegro de que por otros lares al menos tengan la capacidad de reaccionar cuando las decisiones políticas afectan a lo más sagrado del hombre: la capacidad de pensamiento, la libertad de poder elegir tu actitud, especialmente la que dan los libros.

Más info aquí (en inglés, a ver si aprendes de una puta vez. ¿Dónde han quedado las promesas de principios de año?).


Coños

Poderosos, subyugantes, misteriosos. Hay quien dice que el mundo gira en torno a ellos. Quizás. Humectantes como lluvia caliente de agosto. Generosos -no te deshidrates, reina-. Apenas has empezado y tienes agua hasta en el dedo gordo del pie. Ni sabes cómo ha llegado allí. Sería al girarme, digo. Un oasis en la aridez de las sábanas. Otros hay que trabajarlos un poco más. De la ducha, con olor a rosas. De los bares, almizcleños. Profundidades insondables-non plus ultra-, sin haber dos iguales. Algunos enormes, quién lo diría, lo mismo cualquier día encuentras unas llaves. Coños alborotados, coños circunspectos como Dios manda. Coños pedigüeños y coños samaritanos. Otros golosones o metódicos a raja(tabla). Asustadizos como cachorritos, voraces como dragones. Tu primer coño, asturiano. Silenciosos en su gran mayoría aunque algunos gruñen o algo así. Sonidos raros, tampoco hemos venido a conversar, ¿no? Así que los exploras al acabar y son como seres abisales de esos que no ven nunca la luz. Los abres con los dedos y te dan ganas de pedir una linterna. O de hablarles como si te fueran a contestar. Un dedo, dos...  a veces la mano entera. Siempre me ha sorprendido la elasticidad de algunos. Si dan tanto de sí ¿qué no podrá albergar una mujer en su alma? Coños alegres, coños protocolarios. Coños salvajes o burocráticos. Tranquilotes: más despacito, cariño. Coños deportistas, coños mírameynometoques (los menos hoy en día). Asimétricos todos, encuentre las siete diferencias. Insaciables como boquitas de dinosaurios pequeños. Todavía estoy esperando ver alguno con colmillos. Tímidos otros. Hay que embravecerlos y se acaban descontrolando, como criaturillas caprichosas. A veces tan diferentes a su propia dueña...  Apartas un poco el tanga (ya nadie lleva bragas) y miras el tesoro. ¿Cómo será el rasurado? ¿Completo, brasileño? Mola el trocito que deja el afeitado brasileño, como diciendo ¿ves? podría tenerlo peludo pero me lo cuido, que una tiene sus detallitos, nene. Matojo pelos los de las casadas, urgentes, aquí te pillo, aquí te follo. Y los afeitados, para patinar sobre ellos libremente hasta que aparecen ahí abajo, súbitamente, como un animal al acecho. Coños, dicen que el mundo gira en torno a ellos. Desde luego, ellos revolotean alrededor del mundo. Benditos sean. Otro día hablaremos de los cimbreles.

Besos



Urgentes, sencillos, naturales, guarros, sorprendentes, desesperados, excitantes, inevitables, inesperados, robados, salvajes o tiernos. Casi mejor que un polvo. Los besos. El primer beso a una chica. Bueno, vale, mejor que un polvo no, distinto, especial. Para empezar, el mejor consejo que os puedo dar: si se deja acariciar el pelo, se dejará besar. Garantizado. Haced la prueba si no. Así que ahí estás, en la barra de un bar, para variar, en la primera cita con ella. Y notas algo en el ambiente, un brillo en los ojos, movimientos acompasados de las manos, no sé... lo notas, sin más. Van sonando canciones y empiezas a enredar en su pelo, como si nada. Recuerda que eres un artista de los momentos. Le pasas un mechón por detrás de la oreja. Incluso pones cara seria mientras hablas de algún viaje o de algún disco. Valen las tonterías habituales: "Qué pasada Berlín" o "el jazz es otro mundo" y tal. Pero... ¡ajá!... tu mano ya está en su pelo y no ha sido rechazada, eso es lo que cuenta. Has subido la puta colina del Vietcong en medio del fuego cruzado y has salido ileso. Pones cara de póquer, no vale descojonarse ni que se note la emoción porque se te vería el plumero. Tranquilo, ella ignora tu siguiente movimiento ¿será sólo una caricia o el muy cabrón me va a besar? Por supuesto, por dentro estás tan excitado como ella por lo que vas a vivir.  Entonces te retiras como si nada y das un sorbo a tu cerveza. Con clase, qué cojones. Que eres feo pero chulo. Tranquilidad y a planificar el asalto definitivo a ese nido de ametralladoras.  Y un Jack Daniels para el camino. Pides otra cerveza también. Nos reímos y sentimos calorcillo en el corazón. Seguimos con los tópicos: "Me encantó ese libro" y no sé qué. Intuyes que ya no hay peligro de pasos en falso; sigues sobrevolando territorio enemigo pero ella ha retirado sus defensas antiaéreas. Relájate, que no se diga, a tu edad. Sólo cabe disfrutar el momento, estirar el instante en que te vas a acercar a su boca. Sabes que va a ocurrir. Lo sabéis los dos. Tampoco te pases con la cara de "aquí no está pasando nada", echa un poco de malicia en tus ojillos. Tranqui, disfruta. Dejas que pasen los minutos y sigues con las caricias en el pelo. Vale, puedes sonreír porque todo se está precipitando. Así que te acercas a ella... pero sólo besas su mejilla. De forma muy delicada. Lentamente. Ja! ya tienes una "medalla al valorsábadonoche" en tu pecho, chaval. Ella piensa, ¿será capullo o es que es un puto oso amoroso? ¿A qué leches está esperando? Tú te descojonas y ya has roto el hielo definitivamente. Pero aún así, dejas que pasen los minutos entre caricias, besos suaves en el cuello -aún no en la boca-, risas y susurros al oído. Y en el momento en que ninguno de los dos aguanta ya, vuelves a acercarte lentamente a ella. Ahora. El mundo se detiene. Si no se ha  adelantado ella, claro... 

Cazador de momentos.



El autor bebiendo una cerveza. Qué gran momento.
Pues sí, la vida está hecha de momentos. Organizamos, planificamos, programamos. Perdemos el tiempo con el pasado. Ridículo. Sin embargo, lo que nos hace vivir son los momentos. Últimamente agudizo mis sentidos para cazar momentos. Te conviertes en un puro cazador de momentos. Están ahí, a la espera de ser observados, atrapados, acariciados. Los busco, los intuyo. Pequeños antídotos contra la rutina que pervierte nuestra vivencia gozosa del mundo. Momentos tan absurdos como hilarantes. Momentos tan sublimes como sencillos, tan emocionantes como aparentemente intrascendentes. Una forma de vivir dos o tres vidas en una. Tu reflejo en el espejo del ascensor que te lleva hasta su piso, en donde vas a disfrutar de su piel durante horas. Una cucharilla que remueve un café mientras detrás de ti escuchas la lucha de alguien a quien no conoces por seguir adelante. Y te sientes vivo. Pleno. Una canción que empieza a mover tu vida a cámara lenta. Una sonrisa bella que te sorprende y dice todo sin decir nada. Momentos de tu vida, más importantes de lo que crees, que se van y no volverán. Momentos.

Me he tomado todas mis pastillas. Adiós.

"Me he tragado todas mis pastillas. Pronto moriré. Adiós". Está bien esto de las redes sociales. Invitas a "amigos" a unirse a tu rollo, a esa página web que adornas con tus fotos con la Torre Eiffel al fondo o en esa playa paradisíaca. La mayor parte de las veces eres tan simple que crees que por tener un fondo exótico eres un tipo especial aunque sólo hayas salido una vez de tu pueblo. Así que consigues una red de "amigos" en Internet pero ¿cuántos tienes en la vida real? A veces tienes más de 1.000 en Facebook, como Simone Back de Brighton (Inglaterra), 42 años, que el día de Navidad anuncia su suicidio a esos 1.000 amigos en Internet. A partir de ese momento, a los 7 minutos exactamente ¿qué pensáis que ocurre? ¿Que llegan los equipos de emergencia a su casa? Ilusos... Ocurre que comienza una discusión virtual entre sus amigos sobre si va en serio el tema o son exageraciones. Algunos la tratan de mentirosa y exagerada. Otros la tratan con crueldad sarcástica. Ni siquiera quienes viven cerca de su domicilio se preocupan. Vista desde fuera era una persona popular, poca gente interactúa con otras 1.000 personas ni aún en la red. Pero ¿puede haber alguien más solo? Así que preguntaos qué cojones estamos haciendo en pleno siglo XXI.

El libro que salvaría de un incendio. Viktor Frankl "El hombre en busca de sentido".

Literatura de combate para empezar el año. Qué coño. En fin, me gustaría que el primer post de este año tuviera cierta entidad, tanto rocanrol y chicas desnudas por ahí... ¿A dónde vamos a ir a parar? Así que ya tengo programado este post para que salga automáticamente en Año Nuevo porque a esas horas me estaré emborrachando por esas calles que se disputan Dios y el Señor Diablo, posiblemente echándome unos buenos gintonics al coleto. Al final ya veis que por mucho que uno quiera empezar  el año con seriedad, la cabra siempre tira al monte. Pues hace nueve años llegó a mis manos un libro que narraba las experiencias de un hombre joven en un campo de concentración nazi (fue aniquilada toda su familia). Lo releo habitualmente, lo vuelvo a subrayar y me vuelve a emocionar. Pero narraba mucho más que eso. A partir de esas vivencias extremas, el autor, con formación de psiquiatra, fijaba los postulados de una doctrina vital que personalmente me conmocionó. Conocida como la Tercera vía de la Psicología Vienesa después del Psicoanálisis de Freud y de la Psicología individual de Adler, la Logoterapia trata de encontrar un sentido a la existencia, un sentido diferente para cada persona y situación por jodida que sea. Echarle huevos a la vida en resumen, nada de si de pequeñito te la tocabas pensando en un higo y cosas así como freudianas. En resumen: tú puedes elegir tu actitud cada mañana. ¿Fácil, no? No os asustéis por esto de la psicología, es sumamente sencillo de leer. Asusta lo que dice de forma tan natural. Las cosas importantes son fáciles de explicar. Así que si tuviera que salvar de un incendio uno sólo de mis libros de entre los escritos en el siglo XX sería éste. El NY Times lo consideró en una encuesta el noveno libro más influyente de todos los tiempos. Y es que no son muchos los autores o los libros que pueden cambiar una vida; este es uno de ellos. Ya podéis ir tirando todos los panfletos de autoayuda que tenéis (sé que alguno tenéis, pillines), podéis hacer una pira con ellos y el calor que os proporcionarán al arder no será ni la mitad de lo que os calentará el alma este libro. Tipos como Séneca o Marco Aurelio habrían celebrado este libro. Qué más puedo añadir. Estoy convencido de que este libro ha salvado más de una vida  y ha hecho, de otras muchas, unas vidas más intensas de ser vividas. Hala, buen año a todos, majos.


El amigo Viktor Frankl, yendo al grano.